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Esta es la historia real detrás de la muñeca Annabelle

Annabell: Creation se estrenará en el próximo mes de octubre. La cinta nos explicará como Samuel Mullins, un fabricante de muñecas, decide convertir su casa en un orfanato después de la muerte de su hija de 7 años en un trágico accidente. ¿Pero qué se esconde detrás de esta ya mítica muñeca? ¿Cuál es la verdadera historia?

Todo empieza con una estudiante de medicina llamada Donna, que recibe la muñeca como regalo de su madre en su 28 cumpleaños.

Pronto su compañero de piso empezó a notar cosas raras como objetos moviéndose, manchas de sangre y notas que contenían el mensaje "Ayúdanos".

Donna recibió el consejo de un amigo de visitar a una medium. Allí le dijeron que la muñeca estaba poseída por el fantasma de una niña llamada Annabelle que solo quería sentirse a salvo.

Los incidentes siguieron sucediendo y las dos compañeras de piso decidieron contactar con el matromonio de los Warren, que desde los años 60 investigaban casos paranormales en Estados Unidos. Esto es lo que se documentó del encuentro:

Los Warren, tras hablar con Donna, Angie y Lou, llegaron a la inmediata conclusión de que la muñeca no estaba poseída si no manipulada por una presencia inhumana. Los espíritus no poseen objetos inanimados como casas o juguetes, poseen personas. Un espíritu inhumano sí puede conectar con un objeto o un lugar, y esto es lo que sucedía con Annabelle.

El espíritu manipulaba a la muñeca creando la ilusión de que estaba viva para conseguir reconocimiento. La verdad es que es el espíritu no quería seguir ligado a la muñeca, si no poseer a un humano.

El matrimonio de los Warren decidió practicar un exorcismo con la ayuda de un cura. En un primer instante pensaron que había sido un éxito:

"Estos experimentos duraron unas dos o tres semanas hasta estar seguros de que se había ido para siempre y de que no iba a tratar de matar o atacar a ninguno de los ocupantes de la casa".

Después de eso la muñeca quedó encerrada en las vitrinas de un museo en casa de los Warren.

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